Apoyo a los sanitarios durante la pandemia y más allá: aprendiendo de errores pasados y previendo nuevas estrategias

8 enero, 2021

Shapiro et al. The New England Journal of Medicine. Diciembre de 2020.

En los EE. UU. hay 57834 médicos de urgencias y en el año 2018, de esos médicos, al menos 6000 pensaron en algún momento en suicidarse y mas de 400 lo intentaron al menos una vez. Se cree que el COVID-19 ha aumentado esas cifras y que el riesgo de suicidio es mayor en mujeres.

La angustia que el COVID-19 está produciendo entre los profesionales sanitarios, sobre todo entre los médicos, es consecuencia de tener que atender a tantos pacientes, del miedo de contraer la enfermedad y contagiar a los familiares, y de la rabia contra los disparates del sistema sanitario. Estos factores estresantes han aumentado el burn-out de los profesionales, la depresión, el estrés postraumático y el riesgo de suicidio.
Estos hechos han llevado al convencimiento de que las organizaciones médicas tienen que actuar. Hasta ahora se ha intentado mejorar los flujos de pacientes, la eficiencia en el trabajo, los equipos protectores y la comunicación con los responsables de las organizaciones pero los resultados son muy decepcionantes. Las iniciativas para mejorar la situación emocional basadas en paradigmas de enfermedad mental han fracasado.
Algunos de los problemas que impiden mejores resultados son los siguientes:

1) Las expectativas sobre el trabajo de los médicos no son realistas. Los médicos han interiorizado que cuidarse es egoísta, que el estrés físico y emocional forma parte del trabajo. Describirlos como héroes implica asumir cualquier sacrificio y a cualquier coste. Los programas de bienestar han enfatizado en demasía sobre la resiliencia, lo que obliga a cargar el peso sobre los hombros del médico. El papel de las organizaciones es más importante. Hay que vencer el estigma y el aislamiento, el silencio y la ética de que la vulnerabilidad es un signo de debilidad.
2) Hay que cambiar la dinámica de los centros de trabajo. Las organizaciones deben facilitar el contacto de los médicos con sus compañeros. La lucha contra los trastornos mentales debe ser proactiva.
Las instituciones médicas deberían asumir las siguientes iniciativas:
1) Financiar programas de apoyo por iguales. Poner énfasis en estos programas mejor que en estrategias de salud mental.
2) Facilitar la ayuda de los compañeros a los sujetos que puedan tener problemas, mejor que limitarse a la autorreferencia de los colegas con problemas. Estas iniciativas pueden ponerse en marcha en circunstancias tales como el reconocimiento de un error médico, la muerte de un paciente, etc.
3) Las instituciones deben facilitar apoyo psicológico accesible para médicos.
4) Los responsables de la institución deben hacerse responsables de la salud mental de los profesionales. Muchas veces el estrés emocional se deriva de hechos tales como recursos inadecuados, volumen clínico y horarios insostenibles, conductas racistas o sexistas. Los líderes institucionales son responsables de estos hechos.

Fuente: Supporting Clinicians during Covid-19 and Beyond — Learning from Past Failures and Envisioning New Strategies | NEJM

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