El impacto de la COVID-19 en la investigación

12 febrero, 2021

Gabriel Capellá
Director Hereditary Cancer Program – Institut Català d’Oncologia – Barcelona
Director del Institut d’Investigació Biomèdica de Bellvitge (Idibell) – Barcelona
Professor Associat Mèdic – Departament de Ciències Clíniques – Facultat de Medicina i Ciències de la Salut de la Universitat de Barcelona

Desde el inicio de la pandemia de la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19) las comunidades sanitarias y científicas han realizado un esfuerzo formidable para responder, dentro de sus capacidades, a una situación global sin precedentes, de evolución rápida, de una enorme complejidad, y con un potencial deletéreo elevado.

Esta situación ha llevado a los gobiernos a tomar de nuevo conciencia de la importancia de un sector sanitario fuerte y bien dotado, al redescubrimiento de la Epidemiología y la Salud Pública y a confirmar la importancia de disponer de un sistema de investigación potente que pueda dar las evidencias científicas que ayuden a los ciudadanos y los gobiernos a tomar las decisiones más acertadas para enfrentarse de manera efectiva a la pandemia.

¿Cuál ha sido el impacto de la COVID-19 en la investigación?

El foco en COVID-19.

En marzo de 2020 empezaba una actividad frenética en el campo de la COVID-19 tanto en investigación clínica como en investigación translacional o básica. Los investigadores clínicos han diseñado estudios observacionales y ensayos clínicos y han reclutado pacientes en tiempo récord. Los gobiernos se han centrado en la urgente necesidad de investigar sobre esta enfermedad.  Se han movilizado una cantidad ingente de recursos públicos y privados en tiempo récord. Esta urgencia ha puesto a prueba la calidad de las evaluaciones. Es impresionante el número de artículos publicados sobre COVID-19 en los últimos 10 meses por lo que será particularmente importante que el sistema de rendimiento de cuentas sea exigente para velar por el uso eficiente de los recursos. También se ha confirmado que es muy importante mantener la unión de la investigación básica, translacional y clínica si queremos realizar una investigación que cambie nuestra práctica asistencial.

¿Las otras investigaciones han pagado el peaje?

Las principales actividades de investigación que no están relacionadas con la COVID-19 se han reducido de manera significativa o se han suspendido por completo debido a las restricciones legales relacionadas con la COVID-19 o a los problemas logísticos, de personal u operativos.

El impacto inicial en la investigación clínica fue notable. Por un lado, fue necesario que los/as pacientes ya en estudio fueran seguidos en condiciones que garantizaban su seguridad, redefiniendo los criterios de inclusión que debían incluir realizar tests SARS-CoV2 y asistencia en áreas libres de la COVID. Por otro lado, se tardó un tiempo en garantizar la seguridad de los pacientes que entraran en estudios ya que los requerimientos de los promotores se adaptaron a la pandemia y para dar tranquilidad de los investigadores de que no ponían en riesgo a los pacientes.  Una vez adaptados a la nueva normativa el esfuerzo realizado por los equipos de investigación ha mitigado en gran manera el parón de varios meses que representó la irrupción de la pandemia.

Cuando la disponibilidad de tests y equipos de protección individual eran un problema muy grave y el confinamiento era estricto el sistema de investigación se adaptó en tiempo récord al trabajo desde casa contribuyendo de manera solidaria a la disminución de la interacción social. En la mayoría de los casos se optó por limitar la presencialidad a lo definido como esencial: no perjudicar experimentos en marcha, y mantener la investigación en COVID-19. En ese momento se abrió el debate de si la investigación no COVID-19 era una actividad esencial.

Fueron necesarios unos cuantos meses para poder volver a una actividad presencial significativa en condiciones seguras. En los casos en que había datos experimentales pendientes de procesamiento estos meses han servido para elaborarlos y enviar manuscritos a publicación. Conforme los meses pasaban y continuaban las restricciones de aforo, algunos de los miembros de los equipos de investigación han perdido el entusiasmo y su rendimiento se ha resentido si no era posible obtener más datos experimentales. Todavía no podemos calibrar el impacto psicológico en los equipos de investigación sobre todo en personas que viven solas o alejadas de sus familias. Sabemos de la dificultad en mantener los equipos y cohesionados cuando solo se dispone la comunicación virtual a lo largo de tantos meses.

Los retos de la integridad, la comunicación honesta y el buen asesoramiento

No sabemos si la integridad de la investigación ha sido una víctima de la pandemia. La urgencia en obtener resultados ha de ser compatible con una investigación de calidad realizada en condiciones éticas y de integridad científica adecuadas. Conseguirlo es una responsabilidad compartida del personal científico y de los ámbitos de gestión y de financiación.

Los científicos también tenemos la responsabilidad de difundir nuestro conocimiento de forma honesta y responsable. En estos meses se ha acelerado la difusión de un número muy elevado de comunicaciones científicas a repositorios públicos antes de su revisión. Deberíamos saber comunicar que el conocimiento científico es complejo y a la vez provisional. Esto es particularmente importante cuando la comunidad investigadora ha enviado mucha información de manera directa a las redes sociales sin evaluación previa. Es todavía pronto para saber si lo hemos hecho bien.

Finalmente, esta pandemia también nos ha recordado que los científicos debemos asesorar a las instituciones públicas y a la sociedad de manera transparente y estructurada sabiendo separar el asesoramiento de las decisiones políticas.

Es evidente que el impacto de la COVID-19 sobre la investigación ha sido grande y probablemente todavía no somos capaces de ver todas sus consecuencias tanto las positivas como las negativas. Ahora que ya estamos entrando en la denominada nueva normalidad y en medio de una crisis económica y social muy grave nuestros gobernantes tienen el reto de confirmar que una apuesta fuerte por la asistencia y la investigación biosanitaria es una de las bases de la reconstrucción de nuestro país. Nosotros los científicos deberemos estar a la altura convencidos de que el conocimiento que generamos es fundamental para que nuestra sociedad esté preparada para el reto de futuras pandemias.

El impacto de la COVID-19 en la investigación - Fundación Quaes

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