Una dinámica más racional en nuestra sanidad

27 enero, 2023

Los modelos clásicos contienen tesoros que no debemos dejar escapar. Mejorar, optimizar y actualizar.

Dr. José Luis Pomar
Profesor de Cirugía
Instituto de Enfermedades Cardiovasculares
Hospital Clínic & Universidad de Barcelona
Barcelona (España)

Nadie dudará de que el llamado modelo español de formación, organización y resultados del trasplante de órganos ha sido, en los últimos cuarenta años, un permanente y universal dechado de alabanzas. La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y determinadas agencias comunitarias, especialmente la catalana OCATT -pionera en muchas de las normativas y avanzada en su visión de futuro-, propusieron un sistema de desarrollo progresivo de programas de trasplante de órganos de manera reglada, no siempre al gusto de todos, como podía ser de esperar, pero eficaz y bastante, o al menos y salvo alguna que otra injerencia política local, equitativo.

Cierto que algunas grandes capitales pueden tener algún programa en exceso, pero la marcha atrás es siempre difícil además de generalmente, desde el punto de vista económico, muy ineficiente para las instituciones.

Buscar soluciones es, entre otros, el rol por el que se paga a los gestores de la Administración en el campo de la salud y, en consecuencia, de su inteligencia y buena voluntad, depende del éxito de sus acciones. Y se puede. Está demostrado desde los tiempos de Bismarck. Baste ver las diferencias en algunos resultados entre comunidades autónomas.

La dinámica a la que los avances en la Medicina obligan hace que, periódicamente, sea preciso revisar políticas sanitarias y formas de trabajar que pueden quedar obsoletas, ineficaces o de dudosa eficiencia. Pero estos cambios deben ser razonados, calibrados y valorados desde diferentes puntos de vista, no solo de rentabilidad financiera, ni tan siquiera por exigencia de los propios profesionales -en ocasiones contrapuestas a un resultado de excelencia- sino basados en la experiencia de otros colectivos sociales similares a los de nuestro entorno sin el deslumbramiento de otros, habitualmente alejados tanto geográficamente como en su tratamiento económico como podría ser el norteamericano.

Baste citar que, en los EEUU, el gasto sanitario supone el 16% del PIB de su población. En Madrid, ese porcentaje es del 3.7% según cifras de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública y de CCOO, lo que puede tener un cierto porcentaje de error, pero no enorme. Por el contrario, la expectativa de vida en los países norteamericanos es de 77,3 años (80-74) y la de Madrid de 84,64 años (87-82 según sexo). Pocos analizan con precisión el porqué de esa diferencia de gasto, recursos y supuesta excelencia entre esas dos poblaciones más allá de la dieta.

¿Que nuestra sanidad tiene déficits imperdonables? Sin duda. Las esperas y falta de recursos en primaria son inaceptables, la de los especialistas, indignantes y las quirúrgicas, absolutamente inhumanas. Dudo que quienes gestionan esas listas no utilicen sus contactos y atajos para cuando de ellos o de un familiar se refiere. A un paciente al que se diagnostica una enfermedad cardiaca y precisa de intervención, quirúrgica (del griego Kyros, con las manos) el alma le cae a los pies. Como al del cáncer o de un ictus. Que no tengas un/a médico de referencia claro y con empatía es lo frecuente. Se ha convertido en la medicina pública en un rara avis. Que te vea el residente. Que no te digan cuando te operarán ni quien. Que siempre sea un/a médico diferente quien te recibe…¡¡¡¡Pasen 6 meses esperando y llegue un mail repentinamente…mañana se opera!!!! A las seis al hospital. ¿Qué me harán, tiene la intervención riesgo de muerte, de discapacitación alguna? La medicina privada, habitualmente, cuida mejor algo tan importante aun a costa de menor nivel terapéutico en determinadas prestaciones de complejidad.

El tan sobado en los últimos meses colapso de las urgencias hospitalarias, que ocurre tanto aquí como en USA o en China, algo de sobras previsible cuando de procesos estacionarios se refiere, ha irritado a los pacientes para regocijo de algunos políticos descerebrados. Argumentos como falta de camas, de enfermeras o de dinero en un país con más facultades de medicina y enfermería que ninguno, con un índice de camas global relativamente adecuado, no me entran en la cabeza. Que se van 18.000 profesionales a otros países tras formarles durante casi una década o mas….¿Es sólo por los mejores salarios? Hay muchas más cosas que a un médico le estimularían a permanecer en su país o a volver cuando han visto lo que hay fuera. Las circunstancias de cada uno son muy variables. No es sólo dinero despilfarrado en inútiles faustos y mala organización lo que solivianta a muchos…

Pocas veces se trata al paciente como a un semejante. La actual deshumanización en el trato es creciente y preocupante. Y no sólo aquí, en España. No somos pioneros en eso. Pero ese es otro tema del que quienes hemos formado médicos en los últimos años nos sentimos, en cierta forma, culpables por no hacerles ver el valor inmenso de esa relación médico-enfermo.

Una dinámica más racional en nuestra sanidad - Fundación Quaes

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