Enseñanzas que nos ha dejado la pandemia

26 noviembre, 2021

Álvaro Gándara del Castillo
Cuidados Paliativos. Fundación Jiménez Díaz
Madrid

Hace ya casi dos años que comenzó esta terrible pandemia, que nos dejó miles de muertos y puso a prueba al sistema sanitario español, a los ciudadanos y a la propia condición humana. Pero a pesar de todo, creo que la pandemia nos ha dejado muchas enseñanzas que deberíamos reconocer y tener en cuenta de cara al futuro.

Como profesional de los cuidados paliativos desde hace muchos años, estoy acostumbrado a estar cerca del sufrimiento de los pacientes y de la muerte, cerca de la familia y de los problemas que conlleva la enfermedad avanzada y la proximidad del fallecimiento. Pero una cosa es la mirada compasiva desde la que intentamos abordar estas situaciones, y otra muy distinta formar parte de ella. Fui de los primeros sanitarios en caer enfermo por el COVID, y eso me supuso una larga estancia en la UVI, y una posterior más larga, de casi año y medio, para recuperarme de las secuelas que la infección me produjo. Actualmente estoy recuperado de forma parcial, pero que me ha permitido incorporarme a mi quehacer médico.

Lo primero que me enseñó mi condición de paciente gravemente afectado y que casi me produjo la muerte, es que la condición humana es extremadamente frágil. Sin darte cuenta y sin que lo esperes, te viene encima un tsunami que hace poner tu vida en peligro, y que te hace reflexionar que lo que hoy parece una vida sana y plena de sentido, al día siguiente sólo te preguntas si podrá ser posible volver a tu vida previa. Pero las personas tenemos unos recursos ocultos que no acostumbramos a utilizar, y que cuando las amenazas aparecen, sacamos a relucir y te ayudan a asimilar y comprender la nueva situación. Ahora comprendo mejor cómo nuestros pacientes muestran una extraordinaria capacidad de adaptación a situaciones difícilmente comprensibles desde la perspectiva de la salud; es lo que ahora ha puesto de moda la pandemia: la resiliencia. Siempre me viene a la cabeza una de las personas que mejor escribió sobre el sentido del sufrimiento y su afrontamiento, Viktor Frankl, y los recursos que debemos movilizar para buscar ese sentido. Esta pandemia nos ha enseñado que el hedonismo vigente en nuestra sociedad no facilita nada el mejor afrontamiento de las situaciones adversas y difícilmente superables.

La segunda enseñanza ha sido la admiración por los profesionales sanitarios que me cuidaron y acompañaron durante mi recuperación. Siempre he sentido gran respeto por la profesión en la que he trabajado desde hace casi 40 años. Pero ha sido ahora desde mi nuevo rol como paciente cómo he podido comprobar la entrega sin límites, rayando en el propio sacrificio, la profesionalidad demostrada en situaciones tan límite, con recursos limitados, con largas y agotadoras jornadas y con abnegada resignación hacia el fatal destino de muchos pacientes, teniendo que adoptar dramáticas decisiones, acompañando en la soledad a miles de pacientes que morían sin el consuelo y la compañía de sus seres queridos, y siempre intentando mostrar con una sonrisa tapada por las mascarillas. No puedo estar más orgulloso de pertenecer a una profesión tan altruista, que sabe cómo trabajar en equipo y que ve al paciente como único beneficiario de su experiencia y sabiduría.

¡Y qué decir del sistema sanitario español! Tan denostado, y tan frágil, que ha sabido responder como pocos lo han hecho, incluso sabiendo que los recursos son limitados, que los salarios son los más bajos de nuestro entorno, pero que la organización ha demostrado estar preparada para un desafío tan inmenso y desconocido como el enfrentarse a un enemigo imbatible. La respuesta que demostraron los profesionales del sistema de salud, tanto públicos como privados, ha evidenciado que los incentivos no solo tienen que ser materiales, sino de otra índole, y en el caso de España es evidente que así es. Merece la pena seguir apostando por el modelo existente y por sus profesionales, facilitando la formación y la investigación, y permitiendo así que su sostenibilidad se base en la eficiencia y en la formación.

Aprovecho así para reivindicar los cuidados paliativos, que han jugado un papel fundamental en el acompañamiento y cuidado de tantos mayores, que han sido los más perjudicados por la altísima mortalidad que este virus ha causado en este sector de la población española. Nuestros mayores han sufrido una grave crisis de soledad, han fallecido sin poder despedirse de sus seres queridos y han tenido que aceptar muchas veces las decisiones que los médicos tuvimos que adoptar ante la escasez de recursos asistenciales, que obligaba a los sanitarios a elegir quién tenía que ingresar en los hospitales y quién no. Los cuidados paliativos son parte del sistema de salud, y no una parte menos importante que otra; todos tenemos que morir, y una gran parte lo haremos tras sufrir enfermedades avanzadas sin posibilidad de curación, con gran sufrimiento del paciente y su familia, y van a necesitar estos cuidados paliativos de excelencia. La filosofía del cuidado ha demostrado que incluso en los peores momentos de la pandemia, ha servido al menos para aliviar tanto sufrimiento de los pacientes, y ha permitido que se destinaran otro tipo de recursos para que los enfermos de COVID pudieran al menos hablar con su familia. Permitamos que de una vez se permita desarrollar los cuidados paliativos y atendamos a las viejas reivindicaciones que exigimos a los responsables de la política sanitaria: formación pre y postgrado, acreditación de los equipos, selección de los más capacitados, etc.

En resumen, la pandemia nos ha enseñado que los humanos somos finitos, frágiles, generosos y solidarios. No perdamos estos valores, pues vendrán otras pandemias. Hagamos el mayor de los esfuerzos para mejorar nuestra estructura sanitaria, y cambiemos los aplausos por más y mejores recursos. Enseñemos a nuestros futuros sanitarios que cuidar es tan importante como curar, que la empatía y el amor son terapias tan eficaces y útiles como las vacunas, y sigamos dando ejemplo de ser una sociedad tan avanzada como la que está superando esta pandemia.

Enseñanzas que nos ha dejado la pandemia - Fundación Quaes

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