Aproximaciones a la atenuación de los efectos de los desastres

27 noviembre, 2024

Fuente:  Pratiti R (September 18, 2023) An Ecological Approach to Disaster Mitigation: A Literature Review. Cureus 15(9): e45500. DOI 10.7759/cureus.45500.

En el artículo realizado por Rebeca Pratiti, del McLaren Health Care Hospital, Flint, Michigan (DOI 10.7759/cureus.45500), se efectúa una revisión de la información publicada en PubMed, con anterioridad a septiembre de 2021, en relación con la mitigación de los efectos de los desastres naturales. En esta revisión se incluyen estudios sobre la vulnerabilidad de las comunidades, la priorización de las intervenciones, los efectos de los desastres y las formas de mejorar la preparación frente a ellos. La revisión se divide en tres apartados: Indicadores de riesgo, efectos de los desastres y márgenes de mejora.

 

A) Indicadores de riesgo

 

El riesgo de desastres se refiere a la posibilidad de futuros efectos adversos, en la que influye la frecuencia de exposición a los peligros y la vulnerabilidad. La vulnerabilidad hace referencia a la probabilidad de que las personas experimenten sus consecuencias. El peligro, la amenaza, afectará más o menos a un sistema dependiendo de su vulnerabilidad. Los factores de vulnerabilidad presentes en una comunidad no necesariamente son creados por un desastre, sino que más bien se revelan durante el mismo. Por ejemplo, un desarrollo de la urbanización no planificado o una diversificación laboral inadecuada pueden hacer que una población sea más vulnerable. En el artículo se expone la descripción de algunos de los indicadores de riesgo más recientes, entre ellos:

 

  • Índice de riesgo climático, que combina peligros amplificados por el cambio climático con índices climáticos extremos. También incluye indicadores de exposición de activos económicos, sociales, naturales y de manufacturas clave, así como la vulnerabilidad ante estos peligros y la capacidad de reacción. Este índice es útil en la planificación de la adaptación y en la evaluación de necesidades. Los índices climáticos extremos utilizados incluyen la magnitud de las olas de calor, de las olas de frío, los días de lluvias intensas y los de sequía, entre otras variables.

 

  • Índice de vulnerabilidad ambiental, que ayuda a identificar tres aspectos de la vulnerabilidad de la comunidad: la integridad o degradación del ecosistema, el riesgo y los factores de resiliencia, es decir de adaptación a la situación adversa. Estas vulnerabilidades pueden medirse utilizando una variedad de indicadores como temperatura, desechos, vegetación, cobertura del suelo, uso de la tierra, degradación del suelo, precipitaciones, densidad de población, etc.

 

  • Índice de vulnerabilidad socioeconómica, que ofrece una amplia variedad de criterios para medir factores comunitarios como las características de los asentamientos humanos (por ejemplo, tipos de vivienda y construcción, infraestructuras), servicios médicos, desempleo, proporción rural/urbana, educación, etc. También incluye características de la población como edad, género, raza, etnia y estatus socioeconómico.

 

B) Efectos del desastre

 

Si bien algunos desastres afectan directamente a la vida y la salud, otros tienen un efecto más relacionado con variables económicas. En el artículo se resumen los análisis descriptivos de las respuestas a los desastres entre las que se encuentran la de Pasnau y Fawzy, más centrada en la descripción de las conductas y las respuestas psicológicas ante los desastres y que se resume en cinco fases (Figura 1):

 

1) La de impacto durante el inicio del desastre, caracterizada por el miedo y la confusión.

2) La de heroísmo o rescate, caracterizada por intervenciones altruistas de personas y organizaciones.

3) La de remedio, caracterizada por colaboraciones comunitarias activas, con un sentido de esperanza renovada en el bien colectivo.

4) La fase de desilusión, caracterizada por la decepción y un sentimiento de angustia ante una situación difícil de aceptar.

5) La fase de reorganización (o reconstrucción y recuperación), caracterizada porque las personas comienzan a recuperarse y a rehacer sus vidas.

 

En el artículo también se hace referencia a la descripción del ciclo de los desastres de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que se centra más en cómo se implementan las ayudas e ilustra los pasos que toman los administradores de emergencias al responder a un desastre. Consta de cuatro fases (Figura 2):

 

A) Preparación o fase en la que se desarrollan los planes de respuesta.

B) Respuesta, en la que se toman medidas inmediatas para limitar los peligros y los daños originados por el desastre.

C) Recuperación o fase de los esfuerzos para devolver una comunidad a los niveles de funcionamiento previos al desastre.

D) Mitigación, en la que se toman nuevas medidas para prevenir o minimizar los efectos de futuros

 

Figura 1                                                                                                                                              Figura 2

 

En los efectos de los desastres se distinguen condiciones relacionadas con la salud, como traumatismos, enfermedades infecciosas, exacerbaciones de enfermedades crónicas, problemas nutricionales o problemas derivados de la exposición a agentes nocivos (químicos, físicos, biológicos) vehiculizados por el aire, el agua, los alimentos o el suelo. También las relacionadas con las condiciones mentales que incluyen trastornos de estrés postraumático, trastornos depresivos o de ansiedad, quejas somáticas, malestar psicológico, problemas de sueño y problemas psicosociales y conductuales. En relación con las condiciones ambientales que influyen en la gravedad de la exposición individual se encuentran el duelo, las lesiones sufridas por uno mismo o sus familiares, las amenazas a la vida, el pánico y las pérdidas materiales. Las condiciones económicas están asociadas a la pérdida de medios de vida y propiedades y su restauración es un aspecto importante de la recuperación de la salud mental. Los daños generalizados a las comunidades y el impacto económico resultante interactúan con otros factores, incluidas la muerte y las enfermedades, para empeorar la vulnerabilidad social después del desastre.

 

C) Margen de mejora

 

En el artículo se describe la información recogida en distintos apartados:

 

  • Financiación para la preparación ante desastres.

Se considera de interés definir la recuperación en estos contextos, así como los objetivos en las distintas etapas. La recuperación tras los desastres abarca aspectos físicos, emocionales, mentales y económicos, que incluyen medios de vida y bienes. Se distingue entre etapas iniciales (fase de alivio) y fases posteriores, cada una con características distintas en cuanto a la inversión que puede dirigirse a nivel individual o comunitario. La respuesta adecuada es una vía de intervención psicológica y de recuperación para las comunidades. Las políticas de diversificación de fondos también pueden integrarse en la planificación frente a los desastres, así como las mejoras en aspectos diversos, entre ellos la atención a las personas con discapacidad permanente, las personas mayores y las familias con pérdidas o baja situación económica.

 

  • Índices validados de preparación para desastres.

Se constata que desarrollar un índice de vulnerabilidad con buena sensibilidad y especificidad para ayudar a identificar o predecir las consecuencias de un evento adverso o de un desastre es un proceso complejo. También es un desafío determinar la unidad geográfica apropiada para determinarlo, ya que un área muy amplia puede descuidar regiones vulnerables. En relación con los desastres climáticos pueden ser necesarios múltiples indicadores de fenómenos meteorológicos extremos para lograr una evaluación integral.

 

  • Otros factores.

Algunas intervenciones de preparación frente a los desastres incluyen la mejora de la alfabetización climática y de los sistemas de alerta temprana. Las medidas de salud pública para prevenir los impactos adversos de los desastres incluyen la vigilancia y el control de enfermedades infecciosas y la mejora de servicios como los del agua potable, la seguridad alimentaria o la gestión de desechos. También se considera crucial gestionar la infraestructura crítica, incluida la relacionada con la atención sanitaria, los servicios de salud mental, los refugios seguros para prevenir o mitigar los desplazamientos y los sistemas eficaces de alerta e información.

 

El artículo concluye recordando la importancia de fomentar la investigación científica relacionada con la preparación frente a los desastres, investigación que ayuda a mejorar los resultados de las actuaciones en cada una de las fases que los caracterizan.

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