Niños y coronavirus: por qué una alta carga viral no implica que sean más infecciosos

21 septiembre, 2020

En los siete meses de pandemia, pese a la falta de pruebas, los menores han sido considerados supercontagiadores

Los niños se contagian tanto como los adultos, pero —en general— pasan la enfermedad de manera más leve y, sobre todo los de menos de diez años, la contagian menos. Es parte de lo aprendido acerca de los niños y la covid-19 después de siete meses de pandemia, un periodo en que a menudo los pequeños, pese a la falta de evidencia, han sido considerados ‘supercontagiadores’.

Hace unas semanas una nota de prensa que informaba de un resultado obtenido en EE UU anunciaba: “Investigadores del Hospital General de Massachusetts demuestran que los niños son transmisores silenciosos del virus (…)”. El titular fue recogido por medios de comunicación de todo el mundo y vinculado al riesgo de reabrir los colegios.

Pero el mensaje fue muy cuestionado por expertos: el trabajo, afirman, no ofrece evidencia alguna sobre capacidad de transmisión. En efecto, la nota de prensa fue corregida, y ahora resalta, sin más, el hallazgo de que los niños “tienen una alta carga viral a pesar de tener síntomas leves o ser asintomáticos”

Alta carga viral no es infectividad

La carga viral mide la concentración del virus analizada en una muestra del paciente. Pero alta carga viral no es sinónimo de alta capacidad infectiva, señalan expertos consultados por SINC.

“La infectividad está determinada por muchos factores, como la fuerza y la frecuencia con que se tose, la proximidad de los contactos, la ventilación del entorno, etc. —explica la pediatra Begoña Santiago, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, en una entrevista—. Si una persona tose con más fuerza proyecta las partículas virales a más distancia. Ese es un factor muy importante”. Al pasar la enfermedad con síntomas más leves, los niños tosen con menor intensidad.

Carmen Muñoz-Almagro, especialista en Microbiología molecular del Hospital Sant Joan de Déu, Barcelona, explica que “la mayor carga viral se observa en los primeros días de síntomatología, en los que toser, hablar o exhalar va a favorecer la transmisión de la infección; un enfermo tosedor con baja carga, que no mantiene distancia social y no usa mascarilla, va a transmitir mucho más que un paciente con carga más alta pero que usa mascarilla, se lava las manos y no tose porque está asintomático”.

El vicepresidente Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, Pedro Gorrotxategui, también cree que “la menor capacidad de contagio de los niños podría deberse a que tosen con menos fuerza”.

Transmisores poco eficientes

Han hecho falta meses para determinar que, al contrario que con otros virus respiratorios, los niños no son grandes transmisores del SARS-COV-2. En el primer informe llevado a cabo por investigadores de la OMS en Wuhan (China), en febrero, ya se recoge la imposibilidad de identificar ningún contagio de niño a adulto; pero era pronto para llegar a ninguna conclusión.

En mayo, una revisión del pediatra sueco Jonas Ludvigsson, publicada en Acta Paediatrica, se titulaba: “Es improbable que los niños sean los principales transmisores de la pandemia de covid-19”.

Ludvigsson, pediatra y epidemiólogo clínico en el Instituto Karolinska y la Universidad de Columbia, sigue creyendo “que la evidencia apunta a que los niños no transmiten la enfermedad tanto como los adultos”

La reapertura de las escuelas en la época COVID 19

En este sentido la revista Science nos recuerda en su editorial ( Science 369 (6508), 1146, 2020) la importancia de un retorno a las actividades escolares que prevenga al máximo la extensión de la infección. Todo ello en situaciones en las que este retorno se plantea de forma heterogénea en al mundo, incluso dentro de muchos países.

              A pesar de que los niños y adolescentes padecen la infección con menor gravedad, el ámbito escolar podría suponer una amplificación de la infección si no se precede con las precauciones adecuadas.

              A este respecto se comentan tras estrategias de mitigación:

  • Minimizar el acceso de estudiantes infectados al establecimiento docente con todos los medios a la alcance, desde el control de temperatura hasta la aplicación de test diagnósticos cuando sea necesario. Todo ello, sin olvidar que una fracción importante de esta población puede estar infectada de manera asintomática.
  • Reducir los riesgos de contagio si el acceso de infectados se produce. Emplear medidas adecuadas de distancias de seguridad en los espacios e así como de higiene, procurar la separación de grupos, controlar y reducir tareas que puedan favorecer contagios, como el canto, etc.
  • Evitar que los grupos escolares puedan ser transmisores de la infección en el ámbito externo, aislando a quienes puedan estar infectados del resto de la población.

Se trata de estrategias tendentes a prevenir el contagio, la transmisión intra-escolar y la diseminación en la sociedad de posibles infecciones que surjan o se amplíen en las escuelas.  

Fuente: https://www.madrimasd.org/notiweb/noticias

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