Un intruso en la vuelta al cole 2020

13 octubre, 2020

Chus Bolinches de la Peña. Directora del Colegio Guadalaviar, Valencia.

Me gustaba imaginar el siglo XXI como una gran pista de aterrizaje donde un montón de “nuevas realidades” tendrían que ir acomodándose: el auge de las tecnologías, las autopistas de la información, el impacto de las redes sociales… Nada de esto ha pasado desapercibido en Guadalaviar; como colegio, lugar por excelencia de la educación para el hoy y para el mañana y dónde el profesorado es muy consciente de su misión: educar a las mujeres del futuro. Sabemos que una oferta académica de calidad no es suficiente, tenemos que acompañar a nuestras familias en la educación de sus hijos, nada es como era, y no es fácil educar.

La teoría era sencilla y el reto para el profesorado ilusionante: hay que preparar a los alumnos para un presente que cambia muy rápido y que dibuja un futuro con muchos interrogantes; para ello van a necesitar una personalidad fuerte y sólida, amarrada en el amor de la familia y una formación académica de primer nivel. Por otra parte, estaba el auge de la tecnología, imparable: Cada poco tiempo aparece un nuevo dispositivo para hacernos la vida más fácil en casa, en el trabajo y en el aula. Todo parecía seguir su curso…

Marzo de 2020. Se oyen los ecos de las primeras mascletás, olor a pólvora por las calles, petardos, y carpas… China acapara los principales titulares de los informativos… ¡Qué lejos está China! Y ¡qué suerte tenemos en Valencia, a punto de disfrutar de nuestras fiestas más importantes!

Es difícil prever una pandemia, su impacto en la vida de las personas, y ¡cómo no! en la vida del colegio. Sin embargo, lo inimaginable se ha convertido en una realidad y empieza el confinamiento. Pensamos que sería algo breve: fallas, semana santa y de nuevo al colegio.

Esto se alarga ¿qué hacemos? ¡Afrontar el reto de convertir en tiempo récord un colegio presencial en un colegio on-line!

¿Y eso cómo se hace? Puede parecer sencillo, hay que emitir cada clase y ¡ya está! Pero desde dentro las cosas son diferentes ¿Todo el mundo tiene posibilidades de conexión eficaz desde su domicilio? ¿Tienen las familias dispositivos suficientes para conectarse? ¿Pueden los padres teletrabajar y a la vez estar pendientes de las tareas de sus hijos? ¿Están los profesores preparados para cambiar de la noche a la mañana la forma de dar sus clases? Cada clase on-line requiere, al menos, una hora de preparación y otra de corrección de actividades ¿Es posible mantener ese ritmo de trabajo con toda la familia en casa?

¿Cuánto va a durar esto? Estamos trabajando a tope y muchas de las familias del colegio se encuentran en situaciones muy delicadas: problemas económicos, ingresos hospitalarios, aislamiento de seres queridos, y el teletrabajo cuando hay pequeños en casa… ¡qué difícil! Quisiéramos estar en cada casa, de la manera que más nos necesiten… y no paramos de preparar todo tipo de recursos de aprendizaje: clases por zoom, materiales online, vídeos en diferido… Todo se complica cuando los alumnos son de educación infantil o primeros cursos de primaria,

¿Cómo podemos aligerar el peso de los padres si sus hijos no son autónomos para conectarse con su colegio?

Y con todos estos interrogantes vamos construyendo nuestro día a día, entre pantallas, emails, videos, mensajes de agradecimiento y llamadas de petición de ayuda.

El confinamiento nos ha hecho mucho daño y sigue ahí como una amenaza, pero también nos ha enseñado algunas cosas: A valorar lo realmente importante, a redescubrir el valor de la familia y a entender las labores del hogar como algo de todos (¿quién no ha aprendido una receta nueva o a arreglar un grifo que gotea?).

Nos ha enseñado también a cuidar de los abuelos aunque no pudiéramos verlos, a rezar juntos, a preocuparnos de la gente que estaba sola o enferma… En fin, hemos aprendido a sacar lo positivo de una situación adversa, a ser más fuertes y comprensivos.

Septiembre 2020 ¡Volvemos al colegio! ¡La enseñanza presencial es insustituible! Es verdad, no hay comparación posible, en niños, entre el aprendizaje presencial y el on-line. Así que nos ponemos manos a la obra para garantizar la presencia del 100% del alumnado.

La normativa se va publicando poco a poco y a golpe de Covid. Una semana se pronuncia en un sentido y la siguiente, en el sentido contrario. Las familias demandan información. Y no podemos darla porque no tenemos certezas, ¡aún no hay comunicación oficial de lo que se acaba de anunciar en el periódico!

¡Acaban de publicarse novedades! Hay que volver a organizar todo, ahora de acuerdo con las últimas directrices. De nuevo medir salones, bibliotecas, laboratorios y comedores para ver dónde hay los metros cuadrados suficientes para los 30 alumnos por aula en Secundaria y los 35 de Bachillerato. Y los grupos de convivencia estable: ¿Cómo hacemos para que no se mezclen? ¿Realmente, es posible pedir a un profesor no salga del aula en todo el día? La seguridad de los alumnos se ha convertido en el centro de la organización escolar.

1 de septiembre, se incorpora el profesorado. Dudas: ¿Y si he estado en contacto con una persona confinada, me tengo que confinar yo también? ¿Es obligatorio venir al colegio si mi hijo está enfermo? ¿Y si convivo con una persona de riesgo? La exposición del profesorado es mayúscula, y merece toda nuestra atención y cuidado.

7 de septiembre, ¡Empezamos! Hay que organizar entradas y salidas, habilitar distintas puertas para evitar aglomeraciones, controlar la toma de temperatura, usar el gel hidro- alcohólico. Todo hay que desinfectarlo cada vez que se usa. Los padres no pueden acceder al colegio.

El profesorado asume las riendas de la responsabilidad sanitaria, y debe vigilar que los alumnos cumplan con la distancia, que lleven la mascarilla bien puesta, además de hablar desde lejos, no acercarse demasiado, no tocar nada que no haya sido previamente desinfectado… El maestro debe reinventarse sin perder de vista su misión, ¡no están ahí solo para resolver las cuestiones de seguridad! Y a veces, parece que esa maraña de responsabilidades amenaza con distorsionar su verdadera identidad.

Los interrogantes de un futuro incierto se transforman en protocolos de un mundo frágil y volátil. Y en Guadalaviar no perdemos de vista lo importante: qué alumnas queremos dejar para este mundo: fuertes, valientes, generosas, autónomas, seguras de sí mismas, libres para amar y vivir en plenitud, en cualquier circunstancia, pandemia, o lo que tenga que llegar. Y para eso en Guadalaviar llevamos muchos años preparándonos ¡y no podemos perder este objetivo de vista!

Estamos educando a las generaciones del futuro. El maestro, no es un mero transmisor de conocimientos, ni el colegio un lugar donde pasar el día. Guadalaviar es un colegio de familias, es la casa de todas nuestras familias. El profesorado es maestro de vida y se interesa por cada uno de sus alumnos y los quiere, y se empeña por sacar de cada uno “tu mejor tú” como decía el poeta. Y para eso el profesor se entrega cada día a sus alumnos, busca cómo entusiasmarles con su materia, les guía en su aprendizaje, investiga y estudia para hacerlo mejor cada vez, aprende de sus compañeros ¡y también de sus estudiantes!

Y ahora, aún con todas las dificultades añadidas, sacaremos adelante nuestro cometido, con el apoyo de las familias, con el entusiasmo de los profesores, y con la juventud y la fuerza de las alumnas.

¡Estamos preparados!

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