¿Estamos reconociendo y aceptando el problema de vivir y morir juntos en una tierra herida?

9 diciembre, 2022

People Health Living Lab

En la convocatoria del encuentro convocado por el ATENEO FELIX PRIETO, con el punto de mira puesto en LA DIVULGACIÓN DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO, ésta era una de las cuestiones que concretaban el punto de partida.

Justo García de Yébenes, en su introducción a la tertulia sobre la Incidencia de los isótopos radioactivos en la salud, mencionó los cuatro tipos de efectos nocivos que los isótopos radioactivos pueden causar sobre las personas, y que ya nos había transmitido en un texto redactado en su momento por un colectivo de médicos de distintas especialidades del Hospital Ramón y Cajal:

  • Las bombas caídas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945 dieron lugar a un incremento del calor (millones de grados de temperatura), a la onda expansiva, las tormentas de fuego, la destrucción de edificios, etcétera.
  • El segundo grupo de consecuencias incluye a los efectos agudos de la radiación, que afecta, fundamentalmente al cerebro, al aparato digestivo y a la sangre.
  • El tercer grupo de problemas está constituido por los efectos tardíos de la radiación.
    • Por ejemplo, tras la catástrofe de Chernóbil 3.940 de los 4.000 fallecidos murieron por cáncer, muchos de ellos de tiroides, mama, pulmón y leucemias, con una frecuencia de 5 veces la de la población mundial.
    • La irradiación suprime la inmunidad, lo que conlleva a un aumento de la sensibilidad del ser vivo irradiado a los agentes patógenos y favorece la aparición de determinadas enfermedades autoinmunes
    • Mutaciones en las células germinales cuyos efectos aparecerán en la descendencia como abortos, malformaciones congénitas, aumento de la mortalidad infantil y aumentó de enfermedades genéticas, muchas de ellas letales.
  • El cuarto grupo de efectos lo constituyen las previsibles y potencialmente devastadoras consecuencias naturales de las explosiones nucleares, tales como
    • cambios climáticos a largo plazo por la degradación de la capa de ozono de la estratosfera,
    • la contaminación radio-isotópica de los alimentos,
    • la ruina de las cosechas,
    • las alteraciones en la ecología de los insectos,
    • la ruptura, inducida por la explosión de los contenedores radiactivos,
    • liberación ambiental de plutonio y otros compuestos radiactivos y un largo etcétera.

El diálogo tras la ponencia se abrió con preguntas de los participantes, que dieron lugar a las siguientes consideraciones:

  • La clase médica está muy sensibilizada ante esta problemática y de ahí que se produzcan este tipo de manifestaciones como resultado de una puesta en común, como la que se produjo en 1982, y se sigue produciendo en la actualidad. Los médicos, con independencia de nuestras ideas políticas, tenemos la obligación moral de preocuparnos por la vida y la salud de nuestros conciudadanos y advertir de los riesgos de una guerra nuclear es una de esas obligaciones.
  • Hemos de hacer inteligible el mensaje relativo al conocimiento científico para que las personas asuman su propia responsabilidad. Y, en particular los políticos deben actuar en sus manifestaciones con mayor cuidado; precisamos líderes con mayor cualificación, para evitar confundir a la ciudadanía con afirmaciones disparatadas.
¿Estamos reconociendo y aceptando el problema de vivir y morir juntos en una tierra herida? - Fundación Quaes

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