Miles de personas ayudarán a los científicos a rastrear los efectos a largo plazo en la salud de la crisis del coronavirus

8 junio, 2020

Diversos estudios de cohorte de miles de personas diseñados para estudiar diferentes enfermedades están siendo aprovechados para investigar la COVID-19. Por ejemplo, el estudio del Rhin, diseñado para investigar la enfermedad de Alzheimer, ha servido para estudiar anticuerpos. Más de 5000 participantes en ese estudio han donado ya 28 cc de sangre. Se recogen datos genéticos, de anticuerpos, de factores ambientales. También se investiga si el contagio por el virus ahora aumenta el riesgo de otras contraer otras enfermedades en el futuro. Interesa en especial saber por qué algunos infectados no tienen síntomas y otros se mueren.

Los estudios de cohorte se diferencian de los de prevalencia. En los primeros se extrae sangre en múltiples ocasiones para estudiar, por ejemplo, la evolución de los anticuerpos. Estos datos se combinan con los genéticos y con los de salud en general y estilo de vida.

El Centre for Longitudinal Studies at University College London se interesa saber si la crisis del COVID-19 aumenta las desigualdades económicas. Este centro investiga cuatro cohortes, incluyendo una de niños nacidos en 1958, y ha contactado 50000 participantes para pedirles que rellenen un cuestionario sobre como la COVID-19 afecta a sus vidas, incluyendo su salud física y mental, sus relaciones sociales y sus finanzas.

Otros estudios de cohorte son los siguientes:

  1. Un estudio noruego de madres y bebés, que recoge muestras de sangre de 400 individuos por semana.
  2. Un estudio de Islandia en el que participa la compañía genética deCODE que va a monitorizar anticuerpos en alrededor de 50000 individuos. Los resultados serán ligados a los datos de genómica, salud y estilo de vida.
  3. El bio-banco del Reino Unido, que guarda información genómica e información sobre estilo de vida. Piensa incluir en el estudio a 10000 participantes, así como 10000 hijos y nietos de los participantes.

Un estudio muy interesante financiado por el NIH es analizar cualquier muestra biológica obtenida de algún miembro de una cohorte en octubre o noviembre de 2019. Si se detecta SARS-CoV-2 podría saberse desde cuando anda circulando el virus y cuál ha sido su camino por el mundo. También es posible que las cohorte puedan ofrecer voluntarios para participar en ensayos clínicos de tratamientos y vacunas.

Noticia original: www.nature.com

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