Trastornos del malvivir

14 septiembre, 2023

(La epidemia de Mala Salud Mental que asola al mundo)

Jesús J. de la Gándara Martín

Psiquiatra Emérito, Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental

Tres premisas:

  • Sin la ciencia aun estaríamos confinados.
  • El estilo de vida moderno afecta a la SM (salud mental). 
  • La SM es un eufemismo contra la EM (enfermedad/es mental/es).

Empecemos por la primera: En un mundo sin ciencia aún estaríamos confinados, o muertos. En efecto, a tenor de las muertes causadas por la Gripe Norteamericana -mal llamada española- de 1918, que mató a 50 de los 2000 millones de habitantes del mundo, ahora, que somos 8000 millones, hubiéramos muerto 200. Sin embargo se estima en 7 millones los fallecidos por COVID. Eso se lo debemos a la ciencia.

Traslademos eso al terreno de la EM. En el acto académico que motivó este escrito, uno de los discusores dijo que los diagnósticos y prescripciones en psiquiatría son acientíficos. Eso es erróneo e injusto. El empirismo practicista de la medicina no siempre es científico, como sucede en muchas otras áreas de la ciencia, y no por eso se desvirtúa su valía. La sabiduría humana es una progresión de conocimientos contra ignorancias. Hoy día la psiquiatría es tan científica como cualquier especialidad médica, o más, pues nuestro método esencial es la “estadística”. No es este lugar para discutir, pero sí para proclamar que esa es otra de las formas de estigmatizar a las personas que padecen EM y quienes las atendemos.

Segunda premisa: La SM está de moda, la pandemia la puso en el candelero mediático, pero los psiquiatras llevamos años proclamándolo. Siempre hubo EM mentales, leves y graves, agudas y crónicas, curables e incurables, que afectaban -grosso modo- al 10% de la población. Pero no eran noticia, si acaso motivo de ocultación o escándalo. Actualmente más de 1000 millones de personas padecen una EM, incluyendo los trastornos del malvivir, esa especie de epidemia de malasaludmental (MSM) que asola al mundo.

Todo empezó en la postmodernidad, esa era de la historia que duró desde mediados del siglo XX a principios del XXI, en la que la contradicción entre lo deseable (todo) y lo posible (nada) se adueño del supermercado de la felicidad. Fueron tantas las ansias de tenerlo todo y ya, que acabamos padeciendo estrés, prisas, insatisfacciones, frustraciones, riesgos, una epidemia de EM social. Ahora la mercadotecnia mediática se ha adueñado de ella, en el hipermercado de la salud se vende en forma de psico-soluciones amparadas por la palabra “terapia”, esa especie de santa unción que todo lo cura. Pero, aunque esto es malo, quizá nos sirva para reflexionar y aprender, aunque cueste aceptarlo, pues nos enfrentamos a la peor enfermedad humana, la ignorancia, que genera miedo u hostilidad contra las personas que padecen EM y quienes las tratamos.

Pero aun así, la MSM global es una realidad y además de parlotearla debemos ocuparnos de ella. Para eso es importante distinguir entre el derecho a la salud y el derecho a la enfermedad. Tenemos derecho a que se nos reconozca y atienda cuando estamos enfermos, pero no a la salud, este es un estado transitorio que nadie puede otorgar ni garantizar. Las personas con trastornos del malvivir sufren, se sienten incapacitadas y acuden al sistema sanitario para resolver sus problemas, con lo cual las que padecen EM genuinas no son bien atendidas, incluso son relegadas. ¡Otra expresión del estigma!

Tercera premisa:

No hay día que no se hable en los medios del estigma asociado a la EM, y está bien, a ver si así disminuye esa lacra que aun constato a diario en mi trabajo: personas que niegan la EM por miedo, familias que la esconden por vergüenza, sanitarios que la rechazan por ignorancia. Admitamos el miedo, es humano, pero no la ignorancia, que es dolosa.

Aquí viene a cuento la palabra eufemismo. Hablar de problemas de SM en vez de EM es un eufemismo para disimular la vergüenza, el miedo o la  culpa. Otra manera de estigmatizar a la EM. Se habla mucho de ir al psicólogo, de hacer terapia, y está bien, menos da una piedra, pero con frecuencia son eufemismos para no decir que hay que ir al psiquiatra y hacer tratamientos de verdad: psicofármacos, psicoterapias y ayudas sociales.

Y un colofón:

Las personas con problemas de SM podemos ser todas, y necesitamos ayuda, compasión y empatía. Pero el 25% de la población mundial padece una EM, y se necesitan psiquiatras y psicólogos clínicos, psicofármacos y psicoterapias auténticas para ayudarlas. Sobran las consejo-terapias de influencer y presentadores de TV que han leído un libro. Hay que hablar claro, no de SM para ocultar la EM, ni de terapia para ocultar la asistencia psiquiátrica. Hay que aplicar a la EM los mismos métodos y recursos que al resto de las patologías. Ójala que esta epidemia de MSM, por muy mediática que sea, al menos nos ayude a lograr una vida mejor para las personas las que padecen EM y quienes las cuidamos.

Trastornos del malvivir - Fundación Quaes

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