Entre Okinawa y Valencia, en busca del ikigai perdido

29 mayo, 2024

La identificación de la propia razón de vivir se nutre de procesos epigenéticos, activados por factores ambientales

Francesc Joan Santonja

Healthious People Living Lab

Consuelo Borrás, catedrática de fisiología en la Universidad de Valencia y colaboradora del CENIE, respondía a la pregunta que le habíamos formulado en una cita en la Fundación FISABIO sobre el envejecimiento: “¿Cómo se modulala velocidad del envejecimiento?” “Es una pregunta difícil, sobre todo porque es difícil saber a qué ritmo estamos envejeciendo. Se han intentado desarrollar biomarcadores de envejecimiento con poco éxito. Pero ahora hay uno en el que yo sí confío: se han hecho muchos experimentos en muchos órganos y en muchos tejidos, es el reloj epigénetico. Es un buen marcador de envejecimiento, nos puede decir a qué velocidad estamos envejeciendo”.

En el taller de Gestión del Conocimiento, convocado por la Fundación QUAES a través del Ateneo Félix Prieto, celebrado entre los meses de septiembre de 2023 y mayo de 2024, la búsqueda del ikigai se tradujo en la identificación de los factores ambientales que activan el reloj epigenético en diferentes escenarios geográficos del planeta, en los que la longevidad puede alcanzar a manifestarse entre los centenarios gozosos de su pervivencia, que los habitan.

 

La imperfección es lo que más se ajusta a la naturaleza humana.

 

Rita Levi-Montalcini, neuróloga italiana, que descubrió el primer factor de crecimiento conocido en el sistema nervioso, investigación por la que obtuvo el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1986, compartido con Stanley Cohen, buscó a lo largo de sus 102 años de vida conciliar dos aspiraciones irreconciliables: la perfección en la vida o la perfección en el trabajo. Lo logró optando por cierta imperfección en la vida y en el trabajo. Y al reconocer el placer que le procuraban ambas actividades, descubrió que eso, la imperfección, era lo que más se ajustaba a la naturaleza humana.

 

Compromiso explícito con la vida y la reconciliación con la muerte.

 

El taller de gestión del conocimiento, desplegado por el Ateneo Félix Prieto en las seis jornadas (Okinawa, Rishikesh, Ikaria, Ogliastra, Gruyere y Valencia), activó la identificación de la propia razón de vivirel ikigai– que se nutre de procesos epigenéticos, activados por factores ambientales: la alimentación inteligente; la práctica del ejercicio físico y la musculación; la atención a los niveles de funcionalidad y autonomía; la meditación y la gestión del ritmo neuronal; la atención y modulación del ritmo cardíaco, respiratorio y digestivo; el aprendizaje de cómo componer el propio ritmo de vida, de como gozar de la belleza del instante, de como compartir la palabra y el silencio, de como caminar con la conciencia del entorno social y medioambiental; de la dedicación al aprendizaje en los ámbitos cognitivo y emocional; de la práctica artística y la neutralización de las adicciones, de las fobias; de la actitud de afirmación de la empatía y del rechazo del odio… En definitiva, del “compromiso explícito con la vida y la reconciliación con la muerte.”

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