La noticia que más nos ha llamado la atención esta semana es la paralización temporal del ensayo clínico de la vacuna producida por el laboratorio farmacéutico Astra Zéneca y el instituto Jenner de la universidad de Oxford, como consecuencia de la presentación por parte de uno de los sujetos receptores de la vacuna de un cuadro de mielitis trasversa. La mielitis trasversa es una lesión de la médula espinal que afecta a 25 de cada millón de personas y que ocurre en pacientes con esclerosis múltiple, a otros con distintos tipos infecciones y, en un 10% de los casos, a sujetos sin otros signos de enfermedad.
El ensayo clínico temporalmente paralizado es uno de los estudios en fase 3 que en este momento se están realizando en pacientes con COVID-19. En este momento se están investigando 132 candidatos a vacunas, de los cuales 32 han llegado a las fases de investigación clínica y 10 de estas últimas a la fase 3, la anterior a la aprobación.
El futuro de la vacuna ahora sometida a investigación es desconocido. Si se concluye, como parece, que la aparición de la mielitis ocurre por casualidad y sin relación con la vacuna el ensayo seguirá su curso en un periodo breve de tiempo. Esto es lo que han decidido los investigadores. Si se demostrara que esa vacuna aumenta el riesgo de un proceso tan grave como la mielitis todo el proceso se revisará y la investigación de las vacunas sufrirá un parón de duración imposible de calcular.
Mientras tanto, una inesperada y novedosa de investigación se ha puesto en marcha. Algunos estudios han demostrado que el COVID-19 es más leve en los países en los que la vacunación contra la tuberculosis es obligatoria que aquellos otros en los que no lo es. Esto sugeriría que la vacuna contra la tuberculosis puede producir inmunidad cruzada contra el COVID. También se ha postulado que la resistencia de los niños al COVID podría estar relacionada con inmunidad cruzada producida por las múltiples infecciones virales que los niños, pero no los lactantes, sufren durante la infancia. De cualquier manera, estos datos han impulsado a un grupo de investigadores holandeses y australianos a proceder a un ensayo de la vacuna contra la tuberculosis en 10000 trabajadores sanitarios expuestos al COVID en países de mucha prevalencia de Europa, Australia y América Latina. Este estudio puede llevarse a cabo con bastante rapidez pues la vacuna contra la tuberculosis es bien conocida y no será necesario emplear mucho tiempo en estudios de seguridad.
https://www.who.int/publications/m/item/draft-landscape-of-covid-19-candidate-vaccines
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